Cada vez que nos levantamos de la cama comienza una gran batalla por tener esa vida que siempre hemos querido llena de alegría, triunfos, reconocimientos, anhelos y cumplimiento de nuestras metas, entre otras cosas. Pero es tan extraño ver que nuestra vida no es lo que nosotros queremos. Oramos, ayunamos, nos esforzamos y por más que lo hacemos no sucede nada sorprendente. Esto puede frustrarnos hasta el punto de decir: Ya no más. Hasta aquí me detengo. Normalmente eso pasa antes de llegar a nuestra etapa de joven adulto. ¿Qué pasa entonces, por qué no se cumple lo anhelado?, ¿Dios se habrá olvidado de mi? ¿Tan imperfecto soy? Pueden ser algunas de nuestras interrogantes más dolorosas de formular, no digamos responder. Sin embargo, debemos entender que la vida es así. Cada día es un constante desafío. Mira lo que Dios le dice a Josué en el Capítulo 1 del libro que lleva su nombre, y es un pasaje súper conocido. En más de una ocasión el Señor le dice “Esfuérzate”. No se lo decía solo por decírselo. El sabía que la vida de Josué iba a tener fuertes altibajos, y que era necesario que resistiera la presión de una vida dura, donde a veces se gana y a veces se pierde. La Biblia no es un libro cualquiera, pues tiene promesas para nosotros, como la de Jeremías 29.11 donde declara que los planes del Señor son de bienestar y no de calamidad para darnos el fin que esperamos.