Hace poco tiempo tuve el placer de compartir la mesa con una bella madre divorciada en Portugal y su hija de apenas diez años, quien con gran destreza manejaba su "smartphone", escribía rápidamente, e inclusive se comunicaba como toda una adolescente, al despedirme, la pequeña tomó un papel, dibujó algo, y con cierta pena me lo dió sonrojada, el papelillo me deseaba buen viaje de regreso... la sensanción fué muy curiosa, primeramente de ternura y grado ante el hecho, pero al mismo tiempo, me tomó una sensación rara al ver en su escritura que...era aún una niña. De pronto me pareció recuperar la verdadera dimensión de las cosas, y cómo hemos perdido la realidad de quienes somos detrás de los aparatos... Por ello les comparto lo siguiente: En Inglaterra se vuelve a usar la estilográfica para que los estudiantes aprendan la grafía. En Francia también se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, pero allí el problema reside en que ya no la dominan ni los maestros. Aunque el mundo adulto no está aún preparado para recibir las nuevas inteligencias de los niños producto de la tecnología, la pérdida de la habilidad de la escritura cursiva explica trastornos del aprendizaje que advierten los maestros e inciden en el desempeño escolar. En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Abriendo una tímida ventana a la individualidad, aún firmamos a mano, pero... ¿Por poco tiempo...?